
Hawk afirmaba que: “en la literatura universal encontramos cincuenta poetas, al menos, superiores a cualquier poetisa…” (Si, siempre que no penséis, igual que Samuel Butler, que la Odisea la escribió una mujer.) “Con la posible excepción de Emily Bronte, ninguna novelista de sexo femenino ha producido una novela que iguale las grandes novelas escritas por hombres. Ninguna mujer ha creado pinturas ni esculturas que superen la mediocridad, ni música que la supere. Tampoco ha habido ninguna mujer que se acercara ni remotamente a las cumbres de la crítica.
¿Me puede decir alguien el nombre de una filosofa famosa? ¿O el de una mujer que haya producido alguna generalización trascendental de la forma que sea? Si bien es verdad que un pequeño porcentaje de las mujeres son inteligentes como los hombres, en conjunto, la inteligencia es una especialidad masculina. No hay duda de que algunas mujeres son geniales, pero la suya es una genialidad inferior a la de Shakespeare, Newton, Miguel Angel, Beethoven, Tolstoi. Además, la capacidad intelectual mediana de las mujeres parece muy inferior”. La frialdad de estas palabras llevaron a que Virginia Woolf reaccione defendiendo su condición de mujer. Sin embargo le fue complicado ya que, efectivamente, no había en la historia de la mujer nada rescatable.
Al cuestionar esta falta (que no es lo mismo que una ausencia) de pasado femenino, Virginia Woolf planteó la interrogante: ¿Qué necesitan las mujeres para escribir buenas novelas?, y rápidamente respondió: las mujeres necesitan independencia económica y personal, o sea, una habitación propia. La argumentación de esta afirmación residía en que, para Woolf, la falta de la mujer en los espacios relacionados a las ideas se debe a que la mujer soportaba una sumisión atroz en lo económico y lo social. Producto de esta sumisión la mujer no pudo ensimismarse ya que no contaba con tiempo libre ni la intimidad suficiente para emprender la tarea in

Virginia Woolf concluyó que la mujer para llegar a un nivel importante dentro del pensamiento tenía que garantizar, primero, la independencia económica, o en palabras de Woolf: la mujer tenia que garantizar sus quinientas libras al año.
Virginia Woolf vivió y escribió en la Inglaterra Victoriana de inicios del Siglo XX y sus ideas —como vimos— fueron marcadas por ese contexto (la búsqueda de la intelectualidad burguesa), sin embargo seria imperdonable haber hablado de la mujer y la razón y no mencionar siquiera a la mujer cuya pluma tuvo la autoría cómplice de las mas despiadadas criticas a Rousseau: Mary Wollstonecraft (1759-1797) autora de Vindicaciones de los Derechos de la Mujer 1792.
Mary Wollstonecraft fue anterior a Virginia Woolf, pero sus ideas —expuestas al contraste del tiempo— guardan una relación interesante. Wollstonecraft vivió la consolidación de la era Victoriana, etapa donde la mujer fue entendida como el “ángel domestico” o “la mujer decente”. Esta idea de mujer fue construida mediante una educación que instruía a la mujer subliminandola en la feminidad de la castidad, el sentimentalismo y la abnegación.
Estas ideas entorno a la mujer empezaron a ser cuestionas a raíz de la Revolución Francesa, es mas, Mary Wollstonecraft veía en esta la alternativa para entender mejor la situación de la mujer. Sin embargo el desarrollo de la revolución y la opinión de sus pensadores decepcionaron profundamente a Mary. A pesar de su simpatía hacia las ideas de Rousseau (incluso algunos la llaman rousseauniana) no tolero las opiniones de este cuando afirmaba que la mujer debía ser educada en la potencialización de sus valores estéticos y superficiales en desmedro de los morales e intelectuales.
Mary Wollstonecraft pensaba que la forma de educación planteada por Rousseau era inadecuada porque llevaba a la mujer al aislamiento intelectual, al punto de hacerle creer que era inferior al hombre. El problema para Wollstonecraft era que la mujer, con la idea de educación de Rousseau, terminaba creyendo e interiorizando, que era —efectivamente— inferior al hombre y que por lo tanto su única misión era ser educada en lo que la naturaleza le había proveído: sentimientos.
La idea de Rousseau era que la mujer y el hombre eran (en lo sexual) biológicamente iguales, más bien para él la diferencia surgía en lo racional y esta diferenciación era natural. Rousseau creía que la mujer era racionalmente inferior al hombre. Mary Wollstonecraft criticaba esta

Contra la idea Rousseauniana Mary Wollstonecraft creía que la educación de la mujer debía modificarse de tal manera que esta ayude a las mujeres desde su infancia a potenciar su autonomía moral y su independencia definitiva del hombre.
Hasta aquí encontramos dos elementos de análisis: independencia económica y educación regeneradora.
Tal vez la búsqueda de la vanguardia feminista de la que habla la compañera Quispisisa no se encuentre en el pasado que tan angustiosamente (e infructuosamente) busca. Tal vez sea cierto y no haya pasado. ¿Y si no hay pasado? Bueno compañera… si no hay pasado empiecen a construirlo, y asaltar a la razón —desde hoy— puede ser un inicio.
Atte.
POSDATA: Queda pendiente el comentario a los conceptos de “matronimia” y “ginecocracia”; ¿Y si en vez de Obama hubiera ganado Hilary Clinton?
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