“Mas vale dos que uno,
pues mayor provecho obtienen de su trabajo.
Y si uno de ellos cae, el otro lo levanta.
Uno solo puede ser vencido, pero dos podrán resistir.
Y además, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente”.
Ec 4:9-12

No somos ingenuos, pero como Nietzsche creemos que somos lo suficientemente fuertes para quebrar en dos la historia de la humanidad. No hablamos de un antes y un después, ni tampoco coqueteamos con una suerte de apuesta al estilo Pascal. Solo, y simplemente, estamos convencidos que nosotros podemos contar mejor la historia ya que, de antemano, conocemos el final.
Sabemos también que el vampiro mayor, ya nos lo decía Marx, se regenerara alimentándose de todo; sabemos qué querrá alimentarse de nosotros, y sabemos también que nuestra organización será nuestra mejor defensa. Por eso decidimos revelarnos ante la postmodernidad y su sospechoso caos.
Queremos asaltar a la utopía para dibujarla nuevamente. Queremos que la utopía tenga el color de la tierra, queremos que tenga memoria, pero sobre todo queremos que tenga futuro. Bajo estas ideas surgimos hace dos años, y bajo estas ideas hasta hoy resistimos.
Queremos resistir en medio del caos, y para eso necesitamos organizarnos aun más. Pero nuestra organización, al unísono del fortalecimiento, tiene que actuar, ya que las acciones servirán de antitoxinas, que no sólo destruirá poco a poco al enemigo, sino que también –al igual que en la revolución cultural China– nos depurará de toda inmundicia.
Nuestra identidad tendrá que construirse en constante debate entendiendo que el dogmatismo no es la mejor forma, al menos en estos tiempos, de fortalecernos organizativamente. Tenemos que debatir a todo nivel, y mediante esto consolidar nuestra identidad y nuestra meta para, posteriormente, planificar los pasos de construcción para el gran paso definitivo.
Tenemos que tener claro lo que asumimos hace dos años cuando quisimos soñar despiertos. Y es que fue una mañana de mayo cuando, por dos horas, nuestra utopía cobro vida. Han pasado muchas cosas desde aquella nublada mañana, pero con Neruda decimos: “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.
0 comentarios:
Publicar un comentario